La que pasó fue definitivamente una semana negra para los peruanos. Se nos fue Arturo "zambo" Cavero, gran artista de la música peruana. Eximio cajoneador y mejor cantante. Uno de los últimos exponentes de la era de oro de los jaraneros, de los criollasos de antaño. Dios lo tenga en su gloria.
Lo que me parece una exageración, fue el sobredimensionamiento de la circunstancia. El gobierno aprovechó para tender una cortina y sustraer de la opinión pública los últimos escándalos que comprometen al partido de gobierno, como el tema de la inminente vuelta a su curul, de la congresista delincuente, el asunto de los petroaudios y otros escandaletes.
Si bien el zambo fue un gran peruano, me pareció fuera de lugar que se le velara con escolta militar de honor. ¿Fue acaso un militar de alta graduación o ex jefe de estado, para tal deferencia? porque estoy seguro de que cuando yo muera, me uniré en la tierra contigo Perú, pero a mi velorio no enviarán a los húsares de Junín. ¿O acaso tengo la oportunidad?
Otro de los aspectos folclóricos, fue la acostumbrada -y esperada- última, por ahora, espérense hasta mañana, derrota de la selección de fútbol, que ésta vez sí, jugó como nunca y perdió como siempre, gracias a que el árbitro se parcializó, cuándo no, con los gauchos y resultó, además que hasta Dios dejó de ser peruano ya que envió un diluvio sobre la cancha para entorpecer, aún más, la esforzada actuación de nuestros habilidosos seleccionados. Y ni chemo ni Burga tienen la culpa. Que quede bien claro, por favor.
No digo más por ahora.