lunes, 4 de abril de 2011

Debate sin debatir/elecciones presidenciales Perú.

Anoche se realizó el tan esperado debate. ¡Qué decepción!
El pueblo peruano se merece mayor respeto y ansiaba que los candidatos se mostraran tal cual son, sin máscaras ni mentiras.
Uno de ellos leyó absolutamente todo lo que dijo. No fue capaz de articular ni siquiera su nombre sin dejar de leer el libreto preparado por sus asesores brasileños. No se apartó un milímetro de su plan y como buen soldado, acató sus órdenes sin dudas ni murmuraciones. No respondió una sola de las preguntas que, de acuerdo a las bases del debate que él mismo aceptó, le hicieron los demás candidatos. Demostró su absoluta orfandad de ideas y su falta de manejo y conocimientos para rebatir lo que le cuestionaron. Sus asesores deben haberle ordenado:"tú lee nomás y no se te ocurra tratar de pensar porque metes la pata". Como buen soldado cumplió sus órdenes. El Perú se quedó con la duda de si piensa estatizar o nacionalizar empresas, que él y sus esbirros consideren estratégicas. Tampoco explicó cuál es para él la diferencia entre nacionalizar y estatizar. No fue franco y no reveló si piensa cambiar la constitución, disolver al parlamento y convocar a una asamblea constituyente. Y así evadió el total de las interrogantes que le plantearon. La suya fue la estrategia del loro: repetir hasta el cansancio algunos clisés base y engarzarlos en la oración que estaba leyendo.
Los demás candidatos tampoco brillaron.
Castañeda se veía perdido en el espacio. Se mostró como un perdedor y remataba todas sus intervenciones con su gastada frase: "lo que yo prometo, lo cumplo" aunque sin demostrar mayor convicción. Estaba tan perdido que olvidó el mecanismo acordado para el debate y un par de veces preguntó al moderador qué debía hacer; si preguntar o responder. "Pero si yo ya he preguntado", dijo en otra ocasión. Lo único que le faltó fue preguntar dónde estaba. Para mí, ya fue.
Keiko se mostró muy aplomada y segura, enumerando y atibuyéndose en todo momento los logros del gobierno de su padre. Que por cierto no son suyos, pues ella no tuvo ningún otro papel, que ser la hija del dictador durante la cleptocracia. Se atribuye los logros pero se desentiende de los pasivos, de la corrupcción, de las matanzas, de las esterilizaciones forzadas de campesinas en la sierra, en fin de todo lo que culpa a su tío Vladimiro.
PPK lució como siempre, muy sereno y con dominio de los temas que tocaba. Respondió, fue el único, todas las preguntas que le hicieron con una soltura de viejo conocedor. Quizá lo más destacable fue su franqueza, casi ingenua, al responder todo. Demostró que sería un gran presidente.
Toledo estuvo un poco nervioso y perdido al comienzo, pero poco a poco fue ganando aplomo y expuso bien sus ideas y desnudó las flaquezas de sus oponentes. Se mostró como un estadista cuajado, con experiencia y solvencia técnica. Lanzó varias interesantes preguntas al comandante, que lamentablemente quedaron sin respuesta, pero quien calla otorga.

Y este es un compendio de mi apreciación del decepcionante debate. Lo que escuché aquí y allá, en la televisión, radio y en la calle. Seguiré atento a lo que ocurra en los pococ días que faltan para la elección.

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