Debo ofrecer disculpas por mi largo silencio, pero se debe a que estoy analizando la avalancha de información que recibo constantemente de uno y otro lado respecto a los dos candidatos y sus respectivas opcciones. Hay opiniones de todo tipo, incluyendo iniciativas excentricas como la de la buena señora aquella que propuso repartir canastas con productos básicos. La idea me pareció un disparate, pero no como para hacer lo que Rafo León; escribir una columna burlándose. Como diría Kenyi, en su estilo descerebrado, "tampoco, tampoco".
Mis amigos radicales de izquierda, me envían escritos y columnas provenientes de todo el mundo. Igual que mis amigos del club de la banca y los de la sociedad de minería.
Todos tratan de convencerme de que su opción es la mejor y de que si voto en blanco o viciado, el Perú se volverá a joder. Hasta Mario me quiere convencer.
Se han dado cuenta de que yo y los que son como yo, tenemos la sartén por el mango y de nosotros depende quién será el próximo presidente. ¡Por fin tenemos el poder!
Para convencernos deberán dejarse de mentiras y quitarse las máscaras. Deben decir la verdad, lo que piensan hacer, no lo que piensan ustedes que queremos oirles decir. Nosotros sabremos detectar si nos mienten. Los conocemos.
Si quieren nuestros votos, ya saben lo que tienen que hacer.
¿No?
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