Durante los últimos días estamos, desgraciadamente, asistiendo al desarrollo de lo que parece el re-estreno de una mala película. Como si no supiéramos cómo será el final, todos los días leemos los nombres de los nuevos funcionarios y directivos de empresas y organismos públicos y nos encontramos con muchas caras y nombres conocidos, precedidos por su reputación, lo que no tendría nada de malo si ésta fuera buena o medianamente pasable, pero lamentablemente es todo lo contrario. Así nos enteramos que el criterio utilizado es el de la sangre, muchos parientes de Humala y Heredia, de las armas, muchos militares retirados, y no precisamente por su voluntad sino invitados a hacerlo, y demasiados personajes de oscuro pasado y generalmente sin la calificació ni los estudios requeridos. Peor aún: muchos otros que aspiran al puesto propio. Tenemos en éste último grupo a excongresistas, depurados a la reelección por el propio presidente, que tratan por todos los medios de encontrar, una ventana, cualquier resquicio, para volver a colarse como asesores o funcionarios.
Así tenemos ahora que el nuevo jefe de la importante SUNAT es una mujer y prima, nada menos que, de la flamante primera dama de la nación. El nuevo jefe de un organismo de lucha contra las drogas es un señor íntimamente ligado al movimiento cocalero y sus dirigentes. Como que también tenemos señores congresistas cultivadores de la planta ancestral. Me pregunto ¿cómo podrán poner distancia y cumplir a cabalidad con su función? La respuesta es obvia y no necesita escribirse.
El nuevo estilo del presidente es muy moderno. Se comunica exclusivamente vía tweeter, cada dos días. Es además, un estilo muy conveniente porque así no tiene que enfrentarse a la prensa, ni responder preguntas molestas. Ni tampoco dejar en evidencia su poca preparación para la expresión de sus ideas, un poco confusas, la verdad.
Me han estado llegando correos de amigos de izquierda que no están muy contentos con nada de lo que está pasando. Se sienten
tan descontentos como los amigos de derecha.
Por lo visto, los únicos realmente felices son los militares retirados y los miembros de las dos prósperas familias en el poder, además de sus amigos y los amigos cercanos de éstos.
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