Reproduzco un interesante artículo que recibí por correo y deseo compartir con mis lectores
El Golpe que se avecina
Por César Zelada
No será igual a los golpes de Estado pasados. Pero sí incluirá algunas características. La derecha también saca lecciones y aprende. Para muestra el botón de Honduras. Un golpe cívico-militar contra el presidente electo Manuel Zelaya, por convocar éste a una consulta popular sobre la Asamblea Constituyente (lo de Chávez fue algo complementario). Y es que la clase dominante hondureña, así como la peruana, tiene un carácter profundamente reaccionario.
A Zelaya no lo sacaron por ser socialista sino por impulsar la participación ciudadana en los problemas que le aquejan. Y a Allende no lo asesinaron por socializar la economía chilena, sino por democratizar la sociedad. A diferencia de este último, al golpe contra Zelaya, le dieron un “carácter civil” con Micheletti asumiendo la presidencia de la República y maniobraron con las instituciones como la OEA, ONU, etc. Para finalmente reconocer el golpe “suave” contra Zelaya.
Manuel Zelaya llego al poder en el 2005 a través del Partido Liberal conquistando el 51% de los votos frente al 46% de Porfirio Lobo, del Partido Conservador. Aumentar el salario a los trabajadores, rebajar el impuesto a los combustibles, favorecer las demandas de los maestros, dar becas a los estudiantes, etc. fueron las razones que impulsaron el golpe suigeneris de la derecha reaccionaria hondureña. Tanques y “diplomacia” fue la política de los dos cañones de la ultraderecha (que algunos señalan se adelantó al Plan de la CIA).
El médico Salvador Allende y la Unidad Popular (frente político entre el PC, PS, PR, MAPU, PIR, API, IC, etc.), llegaron al poder en 1970, a través del juego democrático de la derecha (elecciones y Estado de Derecho), conquistando el 36.6% de los votos (el derechista Alessandri obtuvo el 34,9% y el demócrata cristiano Tomic, 27,8%). Y como en Perú, la Democracia Cristiana, exigió para “garantizar” su apoyo en el Congreso (Allende obtuvo 153 votos contra 35 de Alessandri), un “Estatuto de garantías constitucionales que asegurarían que Allende no se saldría de la constitución (http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Allende). Sorpresas te da la vida.
Luego, bajo una coyuntura mundial de polarización por la Guerra Fría y crisis económica interna, Allende impulsó, desde Palacio de la Moneda, ciertas reformas democráticas como aumento de salarios a los trabajadores, aceleración de la reforma agraria, la nacionalización del cobre, (base del crecimiento chileno), que produjo un golpe de Estado encabezado por su “hombre de confianza” Augusto Pinochet y las FF.AA., así como los carabineros.
Tanto en Honduras como en Chile existió un Plan conspirativo dirigido por la CIA que consistía en seis niveles: 1-Desgaste y desinformación a través de los Medios de prensa (e internet), 2- Boicot de la economía a través de la especulación y paros patronales, 3- Infiltración de los partidos de gobierno, 4-Vinculos con sectores reaccionarios de las FF.AA, 5-Boicot de las leyes progresistas en el Congreso, 6-Agitar desde sus agentes en la iglesia (como Cipriani).
Algunos creen que la moderación del presidente electo Ollanta frenará los intentos de golpe. Pero si uno estudia detenidamente la historia de los golpes, podrá comprobar que tanto en Chile como en Honduras, la moderación no amilanó a las fuerzas reaccionarias. Al contrario, por cada paso de concertación, exigieron 10 más. La debilidad invita a la agresión, dicen algunos.
Y en efecto, lo que no les perdonan a estos líderes, como Allende o Zelaya, y ahora Ollanta, es haberse salido de su control, plantear reformas sociales a favor del pueblo (que están en contradicción con el modelo neoliberal), y darles honestidad. Y en nuestra actual patria peruana, el director liberal de Diario 16, Carlos Tafur, nos avisa, “…Y, claro está, no hará falta que salgan los tanques a la calle ni mucho menos. Así como las dictaduras se han perfeccionado, los golpes de Estado también. Desde las calles o desde los llamados “poderes fácticos” es posible ahora tirarse abajo un proceso democrático. A punta de violencia callejera o al son de sabotajes financiados por grupos de poder…”, (Diario 16, 05-06-11).
Y por si acaso, Tafur, no es de izquierda. Y lo que sentencia con la pluma lo estamos observando ahora con el caso Alexis Humala, donde la derecha está magnificando un tema, que como dijo Javier Diez Canseco, responde a una política multilateral del nacionalismo peruano, frente a la política unilateral, militar y hegemónica de la Casa Blanca. El objetivo es desgastar a Ollanta (como hacen con Villarán), nacional e internacionalmente (rompiendo las relaciones con Rusia), para, en el momento oportuno, salir al ataque y derrocarlo.
Luego continúa, “…Las propias reacciones de algunos de los derrotados revelan que la guerra contra Humala continuará. A nivel de medios de comunicación, de políticos, de ciertas cúpulas empresariales reaccionarias…Si la gobernabilidad corre algún peligro en adelante… va a venir de la derecha “bruta y achorada” que ha disfrutado a panza llena estos años de mercantilismo puro que Alan García les ha regalado y que se resistirá a aceptar que ya no se podrá pasear por la alfombra roja de Palacio de Gobierno…”. ¿Se refiere a los Climper, Benavides, Romero, etc.?, ¿Se acuerdan del Plan Sabana que destapó el diario La Primera o los wikileaks donde Toledo se alinea con Washington?
Finalmente, Tafur, sentencia y advierte sobre la vocación golpista de la ultraderecha y los grupos de poder económico, “…El presidente electo ha anunciado un gobierno de concertación. Saludamos esa vocación, pero debería quedar claro que hay sectores con los que ello será imposible e indeseable. Ello se deduce de la reacción de sus propios portaestandartes, quienes seguramente tratarán en un comienzo de acomodarse con el poder, como suelen hacer siempre, pero que estarán prestos, a la primera ocasión que se les presente, a desenvainar la espada para lograr su propósito de que el gobierno elegido fracase…”, (No dormirá la derecha bruta y achorada, 08-06-11).
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