jueves, 23 de diciembre de 2010

KEIKO FUJIMORI

Reproduzco un artículo de Fernando Berckemeyer publicado ayer en PERÚ.21 el cual me parece magnífico y concuerdo con todo lo que en él se dice.
Leamos:


Concreta, directa, inteligente y bien calibrada se mostró la señora Fujimori este domingo en El Comercio. Eran tantas su seguridad y su firmeza al moverse alrededor del elefante en la entrevista, como si él no estuviese ahí, que uno también acababa dudando de su existencia, más o menos como el pueblo en el cuento del rey desnudo que se lucía frente a él con seguros ademanes de estar vestido.

El elefante, empero, es enorme, y todo el talento –y acaso también el genuino autoconvencimiento– de la señora Fujimori, no pudieron impedir que asomara su gigante trompa por entre sus palabras cuando intentaba explicar el quid del asunto fujimorista: la relación de su padre con Vladimiro Montesinos.

Así, dijo la señora Fujimori: “Él fue lo peor que le pasó a mi padre”. Y fue en el verbo donde se coló la trompa. Porque basta muy poquita memoria para tener claro que Montesinos no fue algo que “le pasó” a su padre; sino algo que su padre hizo. Y algo que hizo (o mejor dicho, nos hizo) sostenidamente, durante 10 años. Desde que en plena (sucia) campaña contra Vargas Llosa, en 1990, lo reclutó para que lo limpiara de unas acusaciones de evasión fiscal; hasta que en el 2000, a días del video de Kouri, apareció en conferencia de prensa con él para anunciarnos el exitoso desbaratamiento de una red de tráfico de armas a las FARC que, según resultaría después, había estado liderada por el propio Montesinos (el exitoso desbaratador).

En el intermedio, Fujimori cosechó una y otra vez todo lo que Montesinos hizo por él. Como cuando se “tiró” al TC para hacer sitio a la primera reelección. O como cuando lo ayudó a ocultar que, en realidad, era ciudadano del Japón, según “descubriría” súbitamente al renunciar a nuestra Presidencia por fax para acabar postulando al Parlamento japonés. O como cuando coimeaba a nuestros representantes para que se pasasen a su partido. O como cuando hacía que la prensa chicha y chicha-camuflada que nuestros impuestos financiaban sepultara en antológico barro a sus rivales políticos. O como cuando coordinaba que se falsifiquen firmas para los partidos fujimoristas. O como cuando tantas y tantas otras veces, que los ejemplos son por lo menos igual de numerosos que los videos.

Y la señora Fujimori nos quiere hacer creer que él no sabía nada. Que dormía en el SIN, pero no sabía nada. Que veía las documentadas acusaciones que día tras día salían en la (poca) prensa independiente, pero no sabía nada. Que autorizaba los fondos, pero no sabía nada. Que cuando fugó su asesor mandó un fiscal falso a su casa a desaparecer videos, pero no sabía nada. Que, en suma, él, el cerebro tras la reconstrucción nacional, era también, al mismo tiempo, un oligofrénico médicamente certificable. Un héroe nacional que se dejó envolver por ese hombre malo, “lo peor que le pasó”, al que sin embargo el año pasado le guiñaba el ojo y hacía sonrisitas frente a cámaras (por favor, léanlo subrayado y negritas: frente a cámaras).

¿Qué tan estúpidos cree la señora Fujimori que somos los peruanos? ¿O es que no cree que somos estúpidos, sino simplemente amorales y tan bajos en autoestima que la acompañaremos en hacernos los tontos porque, en el fondo, no nos importó tanto la cochinada y estar sometidos, sin derechos ni garantías, mientras a cambio nos dieran orden, seguridad y crecimiento, a la manera de esos barrios que se entregan voluntariamente a la eficiente protección de un padrino?

Apostaría a que se juega por lo segundo. Por eso puede pararse al ladito del elefante a afirmar con la mayor naturalidad –aunque interrumpida cada tanto, eso sí, por unos sonoros barritos en el fondo– que no, que él no está ahí, qué cómo podría estar, si ella, faltaba más, “no tolera” a los elefantes.

1 comentario:

  1. O poca gente entra al blog o la gente no está de acuerdo con lo que Berckemeyer escribió, parte social de un grupo económico que se beneficiaria, por decir lo menos, del favor que sus benefactores le dieran al extender sus alcances mediáticos a otras esferas como la TV, que les era necesario para sepultar el escogido. Círculo cerrado.
    El problema para las siempre clases políticas y sociales dominantes es que el chino no se dejó justamente dominar y para ellos eso fue un insulto. No dice el artículo de marras que que todas las leyes que pasaba se las rechazaban, planes que eran sugeridos por la misma OEA para el Perú que el Apra había dejado. Y entonces vino el 5 de abril del 92 y los botó a todos incluidos los jueces corruptos y maricones que dejaban libres a los terrucos. Y entonces se la juraron y allí está el único presidente elegido democráticamente en la cárcel. No empujemos el coche muy lejos haciéndonos los izquierdistas. Nosotros somos los estúpidos. Nadie nos hace.

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